"La actitud de la gratitud es algo que desesperadamente necesita ser cultivado en nuestros corazones, nuestros hogares, y aún en nuestro sociedad", Nancy Demoss.
Una vez oí sobre una mujer que se quejaba por todo, por su casa, por su trabajo y colegas, etc.
Un día se encontró con un amigo el cual al ver la actitud de esta, le sugirió buscar 100 motivos diarios por los que agradecer.
Después de un tiempo practicando esta actividad volvió a ver a su amigo. Este la cuestionó sobre su estado actual y ella respondió que todo había cambiado.
En realidad todo seguía igual, la que había cambiado era ella porque ya veía la vida como un regalo.
Pablo nos habla en la primera carta a los Tesalonicenses en su capítulo 5 verso 18: Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
El apóstol nos exhorta a dar gracias a Dios en toda situación, porque es lo que Dios quiere para los creyentes.
La actitud de agradecimiento reconoce lo que el Señor ha hecho en su vida y le da honra porque tenemos más de lo que merecemos.
El sacrificio de Jesús al morir por nosotros debe provocar un agradecimiento eterno en nuestros corazones. Y eso tiene que verse en nuestra manera de pesar y vivir.
Sin importar la circunstancia el creyente da gracias a Dios porque todas las cosas obran para bien a aquellos que aman al Señor.
Debemos imitar la conducta del leproso agradecido.
El evangelista Luca nos dice lo siguiente en el capítulo 17 versos 15 y 16 del libro que lleva su nombre:
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Para poner en contexto estos versos. Jesús iba camino a Jerusalén. Estaba pasando por el borde de Samaria y Galile.
Al entrar a una aldea, diez leprosos empezaron a llamar desde lejos pidiendo a Jesús que tuviera misericordia de ellos.
Imaginemos a estos hombres desesperados por ser sanados de esa enfermedad que era sinónimo de maldición.
Jesús los envía al sacerdote para que este confirmara la sanidad. Mientras iban de camino la lepra desapareció.
Es por esta razón que este hombre regresa donde estaba Jesús y muestra su agradecimiento por todo lo que había hecho por él.
El hombre se humilló ante aquel que lo había limpiado. Le agradecería con todo su corazón por este milagro.
Esa debe ser la actitud de nosotros, Jesús nos ha limpiado del pecado.
Estábamos muertos en nuestros delitos. Eramos hijos de la muerte y sin esperanza. Pero el pagó el precio por nosotros y ahora somos hijos de Dios.
Debemos predicarle a nuestra alma, como el salmista lo hacía, y recordarle todos lo beneficios que el Señor nos da.
Gracias Dios por llamarnos tus hijos y por las bendiciones que nos das cada día. Permiteme tener una actitud de agradecimiento y valorar cada día más tus maravillas. Muestrame padre cómo ser agradecido. En el nombre de tu hijo, Jesús. Amén!
Una vez oí sobre una mujer que se quejaba por todo, por su casa, por su trabajo y colegas, etc.
Un día se encontró con un amigo el cual al ver la actitud de esta, le sugirió buscar 100 motivos diarios por los que agradecer.
Después de un tiempo practicando esta actividad volvió a ver a su amigo. Este la cuestionó sobre su estado actual y ella respondió que todo había cambiado.
En realidad todo seguía igual, la que había cambiado era ella porque ya veía la vida como un regalo.
Pablo nos habla en la primera carta a los Tesalonicenses en su capítulo 5 verso 18: Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
El apóstol nos exhorta a dar gracias a Dios en toda situación, porque es lo que Dios quiere para los creyentes.
La actitud de agradecimiento reconoce lo que el Señor ha hecho en su vida y le da honra porque tenemos más de lo que merecemos.
El sacrificio de Jesús al morir por nosotros debe provocar un agradecimiento eterno en nuestros corazones. Y eso tiene que verse en nuestra manera de pesar y vivir.
Sin importar la circunstancia el creyente da gracias a Dios porque todas las cosas obran para bien a aquellos que aman al Señor.
Debemos imitar la conducta del leproso agradecido.
El evangelista Luca nos dice lo siguiente en el capítulo 17 versos 15 y 16 del libro que lleva su nombre:
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Para poner en contexto estos versos. Jesús iba camino a Jerusalén. Estaba pasando por el borde de Samaria y Galile.
Al entrar a una aldea, diez leprosos empezaron a llamar desde lejos pidiendo a Jesús que tuviera misericordia de ellos.
Imaginemos a estos hombres desesperados por ser sanados de esa enfermedad que era sinónimo de maldición.
Jesús los envía al sacerdote para que este confirmara la sanidad. Mientras iban de camino la lepra desapareció.
Es por esta razón que este hombre regresa donde estaba Jesús y muestra su agradecimiento por todo lo que había hecho por él.
El hombre se humilló ante aquel que lo había limpiado. Le agradecería con todo su corazón por este milagro.
Esa debe ser la actitud de nosotros, Jesús nos ha limpiado del pecado.
Estábamos muertos en nuestros delitos. Eramos hijos de la muerte y sin esperanza. Pero el pagó el precio por nosotros y ahora somos hijos de Dios.
Debemos predicarle a nuestra alma, como el salmista lo hacía, y recordarle todos lo beneficios que el Señor nos da.
Gracias Dios por llamarnos tus hijos y por las bendiciones que nos das cada día. Permiteme tener una actitud de agradecimiento y valorar cada día más tus maravillas. Muestrame padre cómo ser agradecido. En el nombre de tu hijo, Jesús. Amén!
Comentarios
Publicar un comentario