Éxodo 20:13
No matarás
Hemos llegado al sexto mandamiento. Recordemos que el Señor le dio a Moisés en el monte Sinaí los mandatos que el pueblo debía seguir.Entre ellos está No Matarás.
Dios nos ha concedido la vida. Sólo Él decide cuando una persona debe partir de esta tierra. Nosotros no tenemos el derecho de quitarle la vida a otro ser humano.
En nuestros días este mandamiento se viola con mucha frecuencia. Es normal ver en los periódicos, la televisión, las redes sociales o cualquier otro medio de información, asesinatos ya sea del marido a la esposa o viceversa. E incluso de hijos a padres.
El primer asesinato que encontramos en la Biblia fue el de Caín a Abel. Ambos llevaron sus ofrenda al Señor pero la de Abel fue mirada con agrado, mientras que la Caín no fue vista de esa forma. Debido a eso Caín armó un plan para acabar con la vida de su hermano .Esa actitud fue castigada por el Señor (Génesis 4).
El ser humano fue creado a imagen de Dios. Cuando alguien le quita la vida a su prójimo le está diciendo al Señor que la persona que Él creó, nunca debió existir.
Con relación a ese mandamiento Jesús fue más allá de la muerte física. Él dijo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio por asesinato ( Mateo 5:22).
El Señor también mencionó que los homicidios y todos los malos deseos vienen del corazón del hombre. Cada vez que atesoramos odio y rencor contra nuestro prójimo, sólo esperamos la oportunidad para llevar una venganza a lo físico.
Debemos saber que en la ira del hombre no obra la justicia divina (Santiago 1:20). Aún cuando creemos tener la razón para actuar violentamente contra otra persona, debemos dejarle al Señor que determine cuál será el castigo para el ofensor. Él puede ver las cosas que no estamos viendo y tener una mejor solución para el agravio que nos hicieron.
Qué el Señor nos ayude a buscar refugio en Él. En la vida encontraremos momentos difíciles, pero en Él hallaremos la fuerza para poder sobrepasar todas las circunstancias que enfrentemos en esta tierra. Miremos a Jesús y descansemos en Él.
Escrito por Álvaro Báez
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