Dios a través de sus mandamientos nos deja pautas que se aplican a todos los ámbitos de nuestra vida, por ejemplo, el mandato de no dar falsos testimonios ni hablar mentiras (Éxodo 20:16).
Lamentablemente, mentir se ha vuelto parte cotidiana de nuestras vidas, sin darnos cuenta nos envolvemos en una mentira tras otra. Cuando nos preguntan cómo nos sentimos, tendemos a responder automáticamente que estamos bien, en las redes sociales mostramos lo “perfecta” que son nuestras vidas, a veces decimos que vamos de camino a esa reunión donde nos esperan, cuando ni siquiera hemos salido de la casa. Así mentimos en momentos que no parecen tener una mayor trascendencia y lo volvemos parte de nuestra forma rutinaria de relacionarnos.
Algunos podrían pensar, ¡Ay, pero eso no es nada decir de vez en cuando una mentirita “piadosa”! Quizás no parezca nada, pero ante Dios los pecados no tienen tamaño. El simple hecho de premeditar el decir algo que no es verdad, hace que alberguemos en nuestro corazón el pecado y eso se hace parte de quienes somos.
¿Recuerdas la historia del rey de David y Betsabé? En 2da de Samuel 11 se narra la historia de cómo David tuvo que mentir varias veces después de tener relaciones sexuales con Betsabé, quien era la esposa de otro hombre. Esta historia termina de forma trágica para Urías (esposo de Betsabé) quien es mandado por David a colocarse en la línea delantera de la guerra. Así es la mentira, de pequeña se vuelve grande y trae destrucción a su paso.
En la historia de David y Betsabé podemos apreciar que, en muchas ocasiones, la mentira está acompañada de otros pecados, en este caso fornicación. En ese sentido, el chisme y la mentira tienen una estrecha relación y es uno de los errores de los cuales Dios nos advierte que no debemos caer: El que anda en chismes descubre el secreto; Mas el de espíritu fiel lo guarda todo. Proverbios 11:13. El chisme puede involucrar que estemos hablando mentiras de otras personas “calumnia”, lo cual puede traer como consecuencia resentimientos y peleas.
A veces la mentira ni el chisme lo promovemos nosotros, sino que son otras personas las que quieren contarnos, para evitar esto podemos aplicar las preguntas que refirió el filósofo Sócrates: 1. Lo que me vas a contar ¿Estás seguro de que es verdad? 2. Lo que me vas a decir de esa persona ¿es algo bueno? 3. ¿Es útil para mí eso que vienes a contarme? Estas preguntas nos las podemos aplicar a nosotros mismos cuando sintamos el deseo de hablar acerca de alguien, seguro que eso nos ayuda a frenar un poco nuestra lengua: El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias. Proverbios 21:23.
Recordemos que, si mentimos una vez, tendremos que seguir mintiendo más para mantener lo que dijimos al principio. Como lo expresa la frase del poeta Alexander Pope: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”.
Este mundo y nuestra propia carne son una tentación constante que nos invitan a mentir, pero Dios es fiel y nos ayuda en nuestra debilidad. Necesitamos pedirle que nos ayude a superar esos pecados y tomar la decisión de agradarle cada día.
Frase del día: La batalla de cualquier pecado se libra con Dios a nuestro lado y un día a la vez.
Oración: Dios ayúdame a no mentir ni chismear acerca de otras personas, permíteme ser transparente y glorificarte con mis palabras. Sé que cada día tengo que enfrentar muchas tentaciones, pero te pido de tu fuerza para superar mis debilidades. Gracias porque tus misericordias son nuevas cada mañana. En el nombre de Jesús, amén.
Escrito por: Florangel Ramos Adames. -
La mentira embellece todo, pero la verdad te muestra tal y como eres y te hace libre. La verdad y la vida se describen en una sola persona Jesucristo.
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