¿Alguna vez has tenido
que ayunar por mandatos médicos? Ese día es el que más hambre te da y cuentas
los segundos hasta que puedes volver a comer. ¿Es este el tipo de ayuno que
Dios demanda de nosotros? ¿Un ayuno en el que duremos días y horas con hambre y
que comamos desesperados cuando por fin se cumpla el tiempo establecido? Esto
no es lo que Dios diseñó en relación al ayuno, el propósito es mucho más
trascendental y eterno.
La palabra “ayuno”
de acuerdo al Diccionario Bíblico Vine[1] es literalmente una abstinencia
voluntaria de comida. Entonces, ¿Por qué debemos ayunar? A lo largo de la
biblia, vemos varios personajes que ayunaron con diferentes propósitos, Daniel,
David, Jesús, Moisés[2], entre otros, todos ellos
tenían definido el objetivo que querían alcanzar con el ayuno. Algunos querían
humillarse delante de Dios, otros querían demostrarle a los demás que Dios es
suficiente, en el caso de Jesús quería pasar tiempo con su Padre, recargando
fuerzas para todo lo que le esperaba.
En la actualidad, los cristianos debemos ayunar por
las mismas razones que lo hicieron las personas que menciona la biblia. Ayunamos
para acercarnos más a Dios, en Marcos 2:18-20 (NTV)[3] interrogan a Jesús acerca
del ayuno: Cierta vez que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban,
algunas personas se acercaron a Jesús y le preguntaron: - ¿Por qué tus
discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los fariseos? Jesús
les contestó: - ¿Acaso los invitados de una boda ayunan mientras festejan con
el novio? Por supuesto que no. No pueden ayunar mientras el novio está con
ellos; pero un día el novio será llevado, y entonces
sí ayunarán. Una vez escuché que el ayuno nos permite vaciarnos de nosotros
mismos, para llenarnos de Dios; eso es muy importante tenerlo en cuenta cuando
estemos ayunando. No se trata de mí, se trata de Dios trabajando en mí.
El ayuno fortalece nuestra identidad como
cristianos y nos permite que sea Dios actuando a través de nosotros. En
Mateo 17:14-20 (RVR)[4] se narra la historia de un
muchacho lunático, que es llevado ante Jesús por su padre, para que lo sane y
lo libere. El padre del muchacho refirió que les había dicho a los discípulos
de Jesús para que lo sanaran y no pudieron. Los discípulos no sabían por qué había
sucedido eso, ya que estaban con Jesús y aprendieron directamente de Él. La respuesta
de Jesús fue simple: Pero este género no sale
sino con oración y ayuno (Mateo 17:21;RVR). No basta estar cerca del Maestro, hay que ayunar y orar para que nos
utilice para sus propósitos eternos. Es en la intimidad que Dios
nos revela sus misterios y nos llena de su poder.
Entonces, ¿Estoy diciendo que con pasar hambre varias horas ya tendré
poder para sacar demonios y mi relación con Dios será profunda y significativa?
¡Por supuesto que no! Para lograr una relación cercana con Dios y que Él
obre a través de nosotros, debemos conocer el objetivo por el cual ayunamos.
Ese momento que dediques al ayuno, debes orar y pedirle a Dios que te permita
ser más como Él cada día. Cuando Jesús nos enseña acerca del ayuno nos dice
explícitamente que debemos ayunar para estar más cerca de Dios y no para querer
aparentar a ser “los más cristianos”, Mateo 6:16-18 (RVR) Cuando
ayunes, que no sea evidente, porque así hacen los hipócritas; pues tratan de
tener una apariencia miserable y andan desarreglados para que la gente los
admire por sus ayunos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que
esa. Pero tú, cuando ayunes, péinate y lávate la cara. Así, nadie se dará
cuenta de que estás ayunando, excepto tu Padre, quien sabe lo que haces en
privado; y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.
Un ayuno en el que busques algún beneficio o en el que quieras demostrar
a los demás lo sacrificado que eres, no tendrá los frutos esperados. Recuerda
que Dios no demanda sacrificios de nosotros, sino obediencia. El dejar de
comer alimentos por un tiempo y dedicarlo a la oración y adoración a Dios, es
una forma en la que cultivamos nuestra relación personal con Él. Sin embargo, el
asunto es más profundo, pues no me vale de nada ayunar y orar, si sigo tratando
mal a mi prójimo. En Isaías 55 se nos habla del verdadero ayuno, el pueblo de
Israel estaba haciendo muchos sacrificios y ayunos, pero Dios no escuchaba su
clamor, como vemos en los versículos 3 y 4 (NTV): “¡Hemos ayunado delante de ti! -dicen
ellos-. ¿Por qué no te
impresionamos? Hemos sido muy severos con nosotros
mismos, y ni siquiera te das cuenta”. ¡Les diré por qué! —les contestó—. Es porque
ayunan para complacerse a sí mismos. Aun mientras
ayunan, oprimen a sus trabajadores. ¿De qué les sirve
ayunar, si siguen con sus peleas y riñas? Con esta clase de ayuno, nunca
lograrán nada conmigo.
Dios
quiere una relación personal contigo, Él no te exige sacrificios ni que hagas
muchos pasos para llegar a su presencia, pues no se trata de religiosidad. Él
está a la distancia de una oración y el ayuno nos ayuda a fortalecer esa
relación y a clamar unidos como un solo pueblo.
Frase del día: Ayunar no es sólo abstenerse de alimentos, sino de
vivir en obediencia.
Escrito por: Florangel Ramos Adames.
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[1] W.E Vine. (1999). Diccionario Bíblico Exhaustivo. De palabras del
antiguo y nuevo testamento exhaustivo. Editorial Caribe.
[3] NTV: Nueva Traducción Viviente. www.bibliagateway.com
[4] RVR. Reina Valera 1960. www.bibliagateway.com
Excelente enseñanza
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