Prometí rescatarlos de la opresión que sufren en Egipto. Los llevaré a una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos (Éxodo 3:17 NTV). Dios le prometió a su pueblo Israel que ya no serían más esclavos, ni estarían gobernados por otras naciones, sino que serían libres y llegarían a una tierra de bendición. Pero, ¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que se cumpliera esta promesa?
El pueblo de Israel duró 40 años en el desierto antes de llegar a la tierra prometida, aunque originalmente era un viaje de 40 días. De acuerdo a lo que nos narra la biblia, el pueblo de Israel se reveló contra Dios y su propósito, así que la generación que salió de Egipto no vió cumplida la promesa, en cambio su descendencia si la pudo vivir (Números 14). Es seguro que, si Dios prometió, en su tiempo se cumplirá. Sería para nosotros muy fácil juzgar al pueblo de Israel, “debieron confiar en Dios después de todo lo que hizo para liberarlos del yugo egipcio” “después de ver todos esos milagros”, dirían algunos, sin embargo, a veces nos comportamos como el pueblo de Israel durante nuestra vida cuando nos toca experimentar el desierto.
Dios nos hace promesas y nosotros no queremos confiar en el proceso que debemos seguir para verlas cumplidas. Ciertamente la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2), pero las dificultades son parte del proceso que debemos vivir para experimentar los propósitos eternos. El pueblo de Israel estuvo en queja constante, como muchas veces nosotros lo estamos ¿Por qué perdí mi trabajo? ¿Por qué hace tanto calor? ¿Por qué no puedo tener cosas mejores?, el listado de nuestras quejas es infinito. Pero para confiar en que las promesas de Dios se cumplirán, debemos dejar de decir “por qué” y preguntar el “para qué”.
Cuando Dios cumple sus promesas lo hace en su tiempo perfecto y con planes que sobrepasan hasta nuestros sueños más grandiosos. En el libro de Josué se narra la travesía que tuvo que seguir el pueblo de Israel para llegar a la tierra prometida, después de un largo camino recorrido con Moisés, a Josué le tocó cruzar el Jordán hacia esa tierra donde fluían leche y miel. Dios tenía calculado en la vida de Josué esta gran tarea, asimismo Dios tiene en control cada detalle de nuestras vidas y los momentos en que se cumplirán sus promesas.
Del pueblo de Israel aprendemos que cuando recibimos una promesa de parte de Dios, debemos obedecer y confiar en el proceso que debemos seguir hasta llegar a verla cumplida en nuestras vidas. La palabra de Dios está llena de promesas para nosotros, te invito en este día a que las leas y te apropies de ellas. Si has visto cumplirse en tu vida alguna de las promesas de Dios, debes ser agradecido por eso que has obtenido. No te olvides de Dios cuando todo anda bien, al contrario, reconoce el gran privilegio que se te concede.
Como hijos de Dios tenemos una de las más grandes promesas que es la vida eterna a través de Jesucristo, si aceptas a Cristo como tu Señor y Salvador, Dios promete en Romanos 10:9 (RVR) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Este día Dios te dice que hay muchas promesas materiales, espirituales y emocionales para ti y así como al pueblo de Israel se le prometió una tierra donde fluía leche y miel, a ti se te promete una vida en la eternidad.
Oración: Señor, entiendo que te necesito y te confieso como mi Señor y Salvador. Sé que tienes incomparables promesas para mi vida, te pido que me enseñes a vivir los procesos y ser agradecido cualquiera que sea mi circunstancia.
Versículo: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1era de Juan 1:9 (RVR).
Canción: Ya no soy esclavo del temor (Julio Melgar):
https://www.youtube.com/watch?v=-7Hd0k9PwAo
Artículo escrito por: Florangel Ramos Adames
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