A través del tiempo se han destacado personas que se consideran grandes líderes de la humanidad. Actualmente existen diferentes “líderes” a los cuales las personas siguen y admiran, sin embargo, muchas veces no son una influencia realmente positiva y tienen un comportamiento negativo para la sociedad. En medio de tantas personas que se creen en el derecho de dirigir a otros, en ocasiones sin criterios morales claramente establecidos, como los llamados “influencers”, uno llega a preguntarse cómo se puede identificar a un verdadero líder. Ten en cuenta que líder puede definirse como una persona que es “director, jefe o conductor de un partido político, de un grupo social o de otra colectividad”[1].
De acuerdo a los estándares del mundo, los líderes tienen que ser personas reconocidas y exaltadas en todo tiempo, sus estilos de vida y comportamientos se fundamentan en aspectos pasajeros y terrenales. La sociedad nos dicta que una persona es un líder exitoso por su cantidad de seguidores y no por la calidad de sus convicciones. Ahora, me pregunto ¿Qué se puede considerar ser un buen líder de acuerdo a los estándares de Dios? En 1era de Timoteo capítulo 3, el apóstol Pablo escribe acerca de las condiciones que deben cumplir los obispos y los diáconos para ejercer liderazgo en la iglesia.
Vemos que Dios demanda de nosotros si ejerceremos un liderazgo de acuerdo a su voluntad, que lo primero es que tengamos un deseo genuino por hacer su obra “Palabra fiel: si alguno anhela obispado, buena obra desea” 1era de Timoteo 3:1 (RVR). Si servimos a Dios siguiendo los criterios de este mundo, nunca seremos buenos líderes. Por lo tanto, no debes anhelar grandes escenarios con luces deslumbrantes, sino servir en discreción, aunque luego seas reconocido por tu Padre Celestial en público. No quiere decir que llegar a muchas personas como líder cristiano esté mal, sino que ese no debe ser nuestro objetivo final ni nuestra principal motivación.
La persona que quiera ser líder según los estándares de Dios, deberá ser “irreprensible”, esto quiere decir que debe ser íntegro en todos los sentidos. En 1 era de Timoteo 3:3 explica que: es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar. Son características difíciles de cumplir en estos tiempos, pues ya el comportamiento de los líderes no se considera tan importante, ya lo moral pasa a segundo plano y la cantidad de seguidores toma un papel más protagónico. Recuerda que, si consideras a alguien un líder o si tú eres llamado “líder”, Dios espera de ti un comportamiento ejemplar.
En la sociedad actual cualquiera se autoproclama como líder de una iglesia y las masas (miles de personas) los siguen sin conocer sus niveles de integridad. Si queremos servir para la gloria de Dios, debemos ser probados: Que sean evaluados cuidadosamente antes de ser nombrados como diáconos. Si pasan el examen, entonces que sirvan como diáconos. 1era de Timoteo 3: 10 (NTV). Cuando servimos a Dios, no se trata de nosotros, sino de que a través de nuestro liderazgo, Cristo sea exaltado. Otra verdad importante a destacar del versículo de 1era de Timoteo 3:10, es que si queremos ser líderes, debemos vivir un proceso. No es que sólo porque un día se me ocurrió la maravillosa idea de que seré un líder de la iglesia, ya automáticamente lo soy. El deseo de servir es lo primero, pero sin vivir un proceso no apreciaremos el gran privilegio que esto representa para nosotros.
Hay líderes que son excelentes en sus trabajos y a los ojos de la sociedad, sin embargo, mientras son aplaudidos por grandes multitudes, en sus vidas personales y familiares son un desastre. Un líder de Dios, primero procurará que su casa esté en orden y de ser ejemplo para las personas que tiene más cercanas y luego se dedicará a ejercer un liderazgo adecuado en la iglesia “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿Cómo cuidará de la iglesia de Dios?) 1era de Timoteo 3: 4-5 (RVR). Dios pensó en cada detalle en cuanto al liderazgo que se debe desarrollar en su iglesia, como una gran familia un líder debe guiar al pueblo hacia a Dios, pero primero debe ponerlo en práctica en su círculo más íntimo.
Como destacamos anteriormente, un liderazgo en Cristo no se trata de buscar que alaben nuestro propio nombre ni que crezcamos en números de seguidores. Los propósitos de Dios con nuestro liderazgo tienen trascendencia eterna “Los que hagan bien su trabajo como diáconos serán recompensados con el respeto de los demás y aumentarán su confianza en la fe en Cristo Jesús” 1era de Timoteo 10:13 (NTV). Busquemos agradar a Dios en nuestro liderazgo y veremos cumplidas sus promesas en nuestras vidas.
El mayor ejemplo de liderazgo es Jesús, quien entregó su vida y consideró a sus discípulos como amigos, no como instrumentos para aumentar su número de seguidores, sino para predicar la verdad y liberar a muchas personas. Si quieres ser un gran líder, tienes que ser un siervo primero (Mateo 20:26). Al contrario de lo que nos dice el mundo, no merecemos ser exaltados y que nuestro nombre llegue lejos, sino que seremos recompensados por Dios por el trabajo que hacemos en humildad para su obra.
Recuerda si quieres reconocer un buen liderazgo, debes verificar si la persona que consideras tu líder es íntegro, tiene buen testimonio dentro y fuera de casa, sirve a los demás con deseo genuino y está dispuesto a vivir el proceso.
Versículo del día: Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor (Mateo 20:26, NVI).
Canción para el día: https://www.youtube.com/watch?v=_MsvCwPC2TE (Un siervo para tu gloria, IBI y Sovereign Grace).
Escrito por: Florangel Ramos Adames.-
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