Como creación de Dios fuimos hecho a su imagen y semejanza, perfectos, sin mancha, sin enfermedad, sin muerte. De hecho, muchas máquinas y tecnologías avanzadas inspiran sus mecanismos de funcionamiento en la perfección del cuerpo humano. Para quienes creemos en Dios, no hay duda de que es el diseñador por excelencia. Te preguntarás, pero ¿Qué pasó con ese diseño tan perfecto? ¿Por qué hay tantas enfermedades? ¿Por qué tenemos que envejecer? ¿Por qué tenemos que morir?
Las respuestas a cada una de esas preguntas requieren un estudio exhaustivo de la palabra de Dios, sin embargo, las podemos resumir en las siguientes palabras: porque hemos hecho lo malo delante de los ojos de Dios (hemos pecado). Así como heredamos nuestro aspecto físico, heredamos lo espiritual y lo emocional.
Nuestros cuerpos sufren las consecuencias del pecado, ¡mucho cuidado! No estoy diciendo que cuando nos enfermamos es porque cometimos pecado y por eso nos viene juicio (recordemos que Dios trata con las personas de diferentes maneras y los diferentes pecados que cometemos traen consigo a su vez consecuencias), sino que nuestro cuerpo ya corrompido ha quedado expuesto a las enfermedades, hasta que finalmente muere y vuelve al polvo. Mientras estemos en esta tierra podemos pasar por cualquier enfermedad, destrucción, tragedia, o cualquier otro tipo de sufrimiento Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual (Mateo 5:45, NTV). La diferencia radica entre si tenemos a Dios o no para enfrentar todas estas situaciones.
Muchos hombres y mujeres de Dios han muerto a causa de la pandemia Covid-19 y de otras múltiples enfermedades que aquejan al cuerpo. Dios tiene toda la soberanía de sanar esas enfermedades y de hecho en el tiempo de Jesús, así como en la iglesia actual, ocurren muchos milagros de sanidad. Nos preguntamos por qué Dios sana a unos y a otros no, hay varios componentes importantes, pero el que se destaca es la voluntad de Dios. El mandato de parte de Dios es que debemos orar con fe por los enfermos y pedirle a Dios que se haga su voluntad (Santiago 5:14 NTV: Si alguno está enfermo, que llame a los líderes de la iglesia, para que oren por él; entonces ellos le untarán aceite y le pedirán al Señor que lo sane).
Jesús mismo cargó sobre Él, el peso de todas nuestras enfermedades y de todos nuestros pecados Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido (Isaías 53:4 RVR). El castigo físico, emocional y espiritual que merecíamos por nuestro pecado, fue pagado por Jesús en la cruz.
Si eres o no sanado o el momento en que ocurrirá esa sanidad física, depende de la voluntad de Dios. Él puede sanar y resucitar los muertos, todo se somete a su voluntad ¡Que no te queden dudas de su gran poder!
Cuando pides por sanidad debes acercarte con fe al trono de la gracia. Lo más seguro que tenemos en esta vida es que vamos a morir físicamente, el único requisito para que esto ocurra es que estemos vivo. Ahora bien ¿Qué pasará contigo después de la muerte? Esa es la sanidad más grande que Dios quiere hacer en tu vida, salvar tu alma para que estés con Él por siempre en la eternidad. Si, es cierto que la muerte no hace distinción de personas, pero es en esta vida que puedes decidir cambiar el destino de tu eternidad.
Cuando los tiempos de esta tierra terminen, Dios nos promete lo que nos dice su palabra en 1era de Corintios 15: 53-55 NTV:
Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales.
Entonces, cuando nuestros cuerpos mortales hayan sido transformados en cuerpos que nunca morirán, se cumplirá la siguiente Escritura:
«La muerte es devorada en victoria.
Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?
Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?
Para que esta promesa también sea tuya, te traigo ¡buenas noticias! Cristo vino para salvarte y lo hace más allá de cualquier necesidad física que puedas estar experimentando.
Si quieres recibir la salvación para la vida eterna, ora a Dios y dile estas palabras: Señor, gracias por crearme. Te pido que pueda conocerte, que perdones mis pecados y me des la vida eterna. En el nombre de Jesús, amén.
Ahora tu caminar con Dios tan solo empieza, sigue orando y comienza a leer su palabra.
Frase y versículo para el día: Habrá sufrimiento en nuestra condición temporal aquí en la tierra, pero si tienes a Cristo, vivirás una eternidad en salvación: Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más. Apocalipsis 21:4.
Escrito por: Florangel Ramos Adames. -
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