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como saber que estoy list@ para casarme


La Biblia es clara en que la definición del amor no se basa en los sentimientos.  Corintios 13:4-7 nos dice cómo amar a otros: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Cuando estamos listos para amar a otra persona como 1 Corintios 13:4-7 describe, ese es el momento adecuado para el matrimonio.


¿Cómo puede ser que, para casarse, es más importante querer casarse, que tener con quien casarse? Evidentemente hay un error en este planteamiento. No te puedes casar, si no tienes con quien casarte o tener una relación formal. Sin embargo… no vas a buscar una relación formal o encontrar con quien casarte, si no tienes la intención de hacerlo.

Son contadas las ocasiones en las que las personas inician una relación sin compromiso y sin intención de formalizar y terminan realmente comprometiéndose. ¿Hasta cuándo dices que “no es serio” y que crees que no tienes intención de casarte? Siempre existe una posibilidad escondida dentro de ti que piensa, “si encuentro a una persona que me interesa y me gusta suficientemente, posiblemente me comprometa con la relación”.

Así es que la primera condición para casarse es estar consciente de que tienes las ganas sinceras de tener una pareja y el interés de conocer a una persona que tenga igualmente el deseo de tener pareja.

No tiene nada de malo querer casarse. De hecho, tener una relación sólida y formal, es sano, mejora la calidad de vida y hace que las personas vivan más. Sentirse querido es una sensación increíble que lejos de ser una fantasía romántica, es un incentivo fuerte que motiva a buscar constantemente a esa persona especial con la cual, se está dispuesto a compartir la vida.

Además del deseo de tener una pareja, es importante cuestionarse y reflexionar sobre las siguientes preguntas:

¿Estoy dispuesta/o a compartir mi espacio? Es decir, puedo sacrificar mi privacidad y estar bien con otra persona invadiendo mi territorio. ¿Me puedo acomodar hasta en un lugar pequeño sin sentirme que me sofoco por estar con otra persona?


¿Puedo compartir mi tiempo sin sentirme comprometido? Obvio que cada persona tiene sus actividades, su trabajo y ciertos compromisos que no se deben olvidar. Pero compartir el tiempo se refiere a si prefieres estar con esta persona y buscas la manera de que esta relación sea una prioridad y todo lo demás se pase a un segundo plano.

¿Te sientes generoso/a con tu dinero? ¿Sería un problema compartir tu sueldo y todas tus pertenecías? O ¿todavía no estás listo para compartir tus cosas?

¿Puedes respetar incondicionalmente la personalidad de otros? Es posible que puedas aceptar a las personas como son, sin tener la necesidad de cambiarlas y pedirles que se adapten a tus intereses y necesidades.

¿Puedes visualizar tu vida en compañía de una persona y puedes dejar de pensar solamente en ti?

Una persona está lista para tener una relación formal y se puede casar, cuando aprende que la vida compartida es mejor. Cuando aprende a vivir sin egoísmo y con generosidad. Vivir en pareja da un sentido de propósito y es más divertido.

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